La vejez herida en nuestro patio: Bayamón y pueblos vecinos no estamos cuidando a nuestros mayores

Nota del Editor: Columna de opinión como parte de nuestra sección OPINE USTED. Noticias de Bayamón no necesariamente se solidariza con las opiniones vertidas en esta sección.


Foto/Canva

Por Luis Y. Ríos-Silva, PhD (c)
Catedrático Universitario

Este 15 de junio, fecha oficial de la ONU para alzar la voz contra el maltrato en la vejez, Bayamón debería brillar como ejemplo. Pero la realidad es otra: nuestros adultos mayores están siendo golpeados, abusados, robados… incluso en plena plaza.

En Plaza del Sol, Bayamón, un joven de 22 años agredió a dos hombres de 71 y 77 años luego de que uno de ellos simplemente le dijera “buen provecho” tras apartarse para que el vehículo pasara frente al centro comercial. Una simple cortesía se convirtió en violencia sin razón alguna.

En ese mismo municipio, una mujer de 43 años enfrenta cargos por maltrato a su madre de avanzada edad en la urbanización Rexville. La acusada, profiriendo insultos y amenazas, destrozó además la propiedad de la víctima. Un hijo convertido en agresor. Una hija despojando de seguridad a su propia madre.

Estos no son episodios aislados. En Bayamón y pueblos cercanos como Cataño, Guaynabo y Toa Alta, las historias de maltrato físico, abandono y agresiones irracionales se repiten con preocupante constancia. Nos estamos acostumbrando a normalizar la violencia, incluso cuando ocurre a plena luz del día.

Y no solo los golpean. También los estafan, los encierran, los amenazan. El maltrato se resume en una palabra: indefensión.

Puerto Rico es uno de los lugares con mayor promedio de edad en el hemisferio: más del 31 % de la población supera los 60 años (ONU, 2023). En Bayamón, donde nos conocemos por apellidos, no podemos aceptar que esto siga sucediendo. No cuando nuestros adultos mayores están siendo heridos—en cuerpo, bolsillo y espíritu—por quienes deberían ser su refugio.

Este 15 de junio no pongamos lazos. Pongamos firmeza. No llenemos redes con mensajes. Llenemos hogares y plazas con presencia. Denunciemos. Acompañemos. Exijamos justicia.

¿Permitiríamos que le pasara esto a nuestros padres? A nuestros abuelos?
No lo permitamos.


El autor es catedráticos de la Universidad del Sagrado Corazón.

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